Hace poco un compañero me preguntó...-¿Qué quieres ser cuando acabes la ESO?
Yo le contesté que quería hacer un bachillerato de ciéncias y llegar a ser, algún día, veterinario, a lo que me contestó: -Vaya, con tu inteligencia y la desperdicias de esa manera...¡podrías llegar a ser médico!
Atónito a sus palabras, no pude sino contestarle disimuladamente de mala manera: -Es lo que te acabo de decir, seré médico de animales supuestamente ''no racionales''. No se si lo sabes, pero los humanos también somos animales.
Mirándome con cara de ''¿qué dices, chiflado?'', se dio la vuelta y se sentó en su pupitre.
Conociéndome como me conozco, nunca podré olvidar esta conversación que para el lector (si es que hay alguno)tal vez no tenga mayor importancia, pero para mí si que la ha tenido, y me ha hecho reflexionar...
Me ha hecho pensar en como el ser humano se ha visto a sí mismo al largo de los siglos y los siglos...me explicaré:
Al inicio de los tiempos del hombre, éste tuvo que enfrentarse cara a cara con la naturaleza, algo que siguen haciendo los demás animales actualmente, y así debería ser...para todos.
Con un golpe de suerte, parece que sus antepasados chimpancés les dotaron de una pequeña evolución: sus manos estaban algo mejor formadas, y éstas, junto a un golpe de suerte, les permitió usar lo que hoy conocemos como fuego. Y digo suerte porque si nos paramos a pensar: ¿qué demonios tienen los humanos para defenderse ante la naturaleza? No tenían pelo que les sirviera de abrigo, no tenían garras para atacar a otras espécies...lo único que tenían era la unión de la manada (cosa que hoy día, siendo más de mil millones de personas, no encontramos casi en ningún lugar), así que supongo que en un inicio se hicieron vegetarianos o comedores de pequeños animales (aunque con la ''gran velocidad'' del ser humano no creo que cogiesen nada).
Como toda (o casi toda) espécie animal, al acabarse el alimento y con la aparición del hermano invierno, había que cambiar de localización. Pero algo pasó: la espécie humana descubrió el instrumento que, con el paso del tiempo, acabaría provocando la decadencia de la raza humana y, por lamentable consecuente, la de nuestra madre Tierra o, como yo la llamo, Madre Gaia: las armas.
Al principio sólo fueron piedras afiladas y algunas clavadas a un bastón (con el mineral llamado sílex, primer símbolo de destrucción), pero más tarde, junto al sedentarismo, la agricultura y el asentamiento de las primeras ciudades, fue el metal: lanzas mejoradas, las primeras espadas, escudos, arcos y flechas...aquí nacieron la cobardía, la arrogancia y la codicia humanas.
En un inicio las primeras armas fueron para cazar a los demás animales, lo cual me parece lo más cobarde y rastrero que hay: si la naturaleza te dota de una supuesta inteligencia mayor a la del resto de animales y la propia naturaleza nos hace matar para sobrevivir, ¿por qué no usas esa inteligencia para matar con tus propias manos, así como usaría sus ''manos'' cualquier otro animal si se midiera contra ti?
En un inicio fue así, pero la codicia empezó a contagiarse: ahora eran los propios hombres quienes, por obtener una parcela de este mundo que ya consideraban ''suyo'', se mataban unos a otros. No importaba a quién, no importaba cómo: lo importante era vencer. Si todas las guerras a lo largo del tiempo hubieran impactado sólo al ser humano, hubiera dicho: ¡Adelante, matáos entre vosotros!
La cruda realidad era otra: todo cuanto el hombre tocaba, tarde o temprano se convertía en polvo, cenizas, arena. Los ecosistemas destruidos, bosques quemados...todo por tierras que no pertenecían a nadie mas que a la madre Gaia, dinero, política, religión...los grandes males del hombre, a los cuales éste parece immune, pero nada más lejos de la realidad: como reza una canción de Mägo de Oz: Todo mal que me hagas a ti te lo harás, pues la Tierra es tu hogar.
Volviendo a la actualidad y saltándome grandes episodios de la violencia humana contra si mismo y contra la naturaleza (la Inquisición, la colonización de América por parte de España, el Nazismo, la bomba atómica, el Prestige, la modificación genética de plantas y animales en un intento de jugar a ser dioses...), llego a la conclusión de que la arrogancia humana no tiene límites: el ser humano, pese a ser inferior a qualquier otro animal en todos los términos (incluido la inteligencia, pues actualmente no abunda mucho), cree ser superior incluso a sus propios dioses, manipulando la naturaleza a voluntad. Y no hablemos de la manipulación que sufre el propio ''pueblo llano'': las altas esferas de la sociedad han creado una supuesta ''dependencia'' de los demás hacia ellos que mantiene a todo el mundo atado de pies y manos si quiere tener una vida ''digna de un ser humano''. Políticos de alto prestigio no són más que basura delante de estas esferas de poder.
La arrogancia del hombre no hace más que crecer por momentos...incluso en su vocabulario. Cuando alguien ve un comportamiento ''fuera de lo refinado'' o algo parecido suelta: ''¡Te comportas como un animal!''
Es en esos momentos en los que se deja ver la falta de respeto que, muchas veces sin saberlo, se tienen muchas personas a sí mismas. Es en esos momentos cuando hay que contestar con voz bien alta: ''Soy un animal, igual que tú. Todos lo somos.'' Y, la verdad, el hombre es peor animal que existe y que existirá jamás.
Porque, la verdad, esa vida ''digna de un ser humano'' comentada anteriormente no es sino una vida sin sentido, algo que debe desaparecer de la faz de la Tierra, algo no tiene ya remedio, algo que fue un tesoro y que pronto se desvaneció...lo cual muy pocos humanos entienden.
Y esta arrogancia no hace más que crecer con el tiempo...el tiempo que le queda al ser humano de estancia en esta tierra que es la madre Gaia, en la cual ya no pintamos nada, ya no hacemos nada mas que destruirla, gastarla, a ella y a sus otros habitantes...yo no quiero un mundo así, no lo quiero.
Después de toda esta palabrería, he de preguntarte, querido lector (si es que hay alguno): ¿Lo has entendido?
Tras esta pregunta casi retórica, dejo como conclusión la letra de la canción de introducción al nuevo disco de Mägo de Oz, llamada El latido de Gaia.
Se calcula que las hormigas de la Tierra pesan lo mismo que la humanidad.
Si desaparecieran, se produciría un fenómeno ligado a la extinción mucho más dramático que el meteorito que acabó con los dinosaurios.
En cambio, si se extinguiera la especie humana, en términos ecológicos no pasaría nada.
Las personas no aportamos ya nada a los ecosistemas, sólo gastamos.
Somos los más grandes consumidores y, sin embargo, nadie nos consume.
¿O si? Es el latido de la vida, es el latido de Gaia.
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Es un buen simbolo de destruccion.
ResponderEliminarBonas Gabriel, m'hu he llegit tot, i si noi, tens tota la raó, els humans només causem destrucció, però per altre banda, ara mateix som capaços de pensar aixó, al cap i a la fi, però, tambè sóm animals..
ResponderEliminarEns veiem demá, ja parlarem.
PD.Será un bon metge hehe, i vale, ser veterinari no és desaprofitar inteligencia! jaja